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jueves, 1 de agosto de 2024

LAS MURALLAS AURELIANAS. LOS MUROS GUARDIANES DE LA HISTORIA ROMANA

Un artículo de Federico Romero Díaz para Historia y Roma Antigua

En el siglo III se introduce una terrible novedad para el Imperio romano, ya que pasa de ser el depredador al que sus vecinos deben temer, a ser la presa que  debe defenderse. Francos, vándalos, godos, hérulos, persas entre otros muchos pueblos, rompen las fronteras e incursionan en territorio imperial sembrando la destrucción a su paso. Las fuerzas romanas, debilitadas por las continuas guerras civiles y la crisis económica, poco pueden hacer para detener a los invasores que, a veces penetran profundamente en zonas que hasta ese momento siempre habían permanecido libres de este tipo de calamidades como Hispania, Grecia o la propia Italia. La situación era francamente mala y a ello no ayudaban los continuos cambios que se producían en el trono imperial. Los emperadores, uno tras otro, tras breves periodos de gobierno, eran asesinados para ser sustituidos por otros candidatos más del gusto de sus soldados. El de emperador era un oficio con muy poca esperanza de vida en ese medio siglo que podemos situar entre el 235 (fecha del asesinato de Alejandro Severo, el último de su dinastía y el 284, momento en el que asciende al trono Diocleciano). Es en este contexto en el que Lucio Domicio Aureliano tiene que gobernar. Consiguió hacerlo durante cinco años (270-275) durante los cuales reunificó el Imperio romano, dividido en tres grandes partes (Imperio galo, Imperio romano e Imperio de Palmira) y realizó múltiples reformas que contribuyeron al fin de la anarquía militar. También construyó importantes infraestructuras entre las que destacan sobre el resto las conocidas como Murallas Aurelianas.

Puerta de Ostia hacia el 400. Il. Peter Dennis.

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS MURALLAS AURELIANAS.

Es en este contexto de invasiones y problemas internos es en el que surge la necesidad de construir un potente cinturón de murallas que protegiera de invasores externos el corazón del Imperio. En el 271 estallaron terribles revueltas en Roma, provocadas entre otros factores por el miedo ante el acercamiento de un poderoso contingente de germanos que ya ha habían asolado el norte de Italia. El temor de los romanos estaba justificado ya que la ciudad se encontraba indefensa. Hasta ese momento el tamaño del Imperio y la fuerza de sus ejércitos la habían protegido de los bárbaros, pero eso era cosa del pasado, ya ninguna ciudad estaba realmente segura y se fomentaba, sobre todo en las más expuestas o más cercanas al limes, la construcción de murallas que le proporcionaran a las poblaciones seguridad frente a unos invasores que carecían de la habilidad de expugnar ciudades fortificadas.

Aureliano era consciente de que no podía permitirse dejar un ejército lo suficientemente grande como para proteger la capital, pero tampoco podía abandonar la ciudad y dejarla desprotegida frente a una nueva amenaza de invasión germánica. Lo más práctico era la construcción de un potente círculo de murallas que ofrecieran la sensación de seguridad que anhelaban los habitantes de la Urbs. Roma en el siglo III era una gran ciudad 
Estudio Randone, interior de la Muralla Aureliana

Ninguna población la superó en extensión hasta el Londres del siglo XVIII. No era factible amurallarla en su totalidad, por lo que se diseñó un cinturón amurallado de unos 19 kilómetros que protegía las 14 regiones augustas y las estructuras más importantes de la ciudad. Al norte y al sur seguía el antiguo límite aduanero de la ciudad de tiempos de Vespasiano. Un saliente al sur incorporó una parte de la Vía Appia para proteger el Aqua Antonina y el valle del Almo. Así se evitaba que desde allí se pudieran dominar las defensas de la ciudad. Al oeste un saliente protegía el actual Trastevere y el Janículo. El motivo era que en esa zona se encontraban los molinos de grano de la ciudad y que desde el Janículo se podía controlar la Isla Tiberina y sus puentes. En el Este se amplió el antiguo límite aduanero y se protegió una considerable área adicional en la que se encontraban acueductos importantes para Roma. La orilla del río también fue fortificada, incorporando todos los puentes urbanos. Es probable que el mausoleo de Adriano estuviera incorporado a las fortificaciones como cabeza de puente del sistema defensivo de la ciudad.


Mapa del área que protegen las Murallas Aurelianas.

Su construcción exigió un gran esfuerzo de planificación y preparación previa (trazar la línea que debían seguir los muros, aprobar los planos, organizar la mano de obra y los materiales necesarios, etc). Antes de irse a los Balcanes donde debía hacer frente a la invasión goda,  el emperador quería dejar cerrados todos estos aspectos. Solo el trabajo de demolición y de excavación de los cimientos llevó un tiempo considerable. A la muerte del emperador en el 275 los trabajos de construcción aún no estaban acabados. Zósimo nos cuenta que se acabaron bajo el gobierno de Probo( 276-282).

En condiciones normales hubieran sido los propios soldados los encargados de realizar una obra de esta magnitud, sin embargo Aureliano necesitaba a sus soldados para luchar primero en los Balcanes y después en Oriente, así que decidió encomendar la tarea a los gremios de la ciudad que probablemente contarían en su labor con la dirección de un pequeño contingente de expertos y técnicos militares. A cambio, les concedió el privilegio de llevar el nombre de Aureliani en sus títulos oficiales.

El general Belisario ante las murallas de Roma, conquistada a los ostrogodos en el 536. Autor Pavel Simak

Las circunstancias que obligaron a la construcción de estos muros determinaron en gran manera su naturaleza. Debían construirse rápido y con mano de obra esencialmente no militar y al menor coste posible. Los muros debían ser imponentes y funcionales, no ostentosos. Por ello solo en los muros de las puertas principales podemos encontrar algún intento de embellecimiento estético. La principal finalidad con la que se construyeron fue la de proteger a Roma de una invasión germánica dando el tiempo necesario al Imperio para responder y enviar una fuerza de auxilio. No fueron concebidas para resistir el ataque concentrado de un ejército con maquinaria de asedio sofisticada. Los muros tenían una doble función de disuasión tanto física como psicológica. Otro de sus propósitos era el económico. Las murallas sirvieron para mejorar el control aduanero de los productos que entraban y salían de la ciudad limitando en gran medida el contrabando del pasado.

Estructura de las Murallas Aurelianas.

En cuanto a la estructura constructiva de los muros debemos decir que era sencilla. A base de cemento de cal y arena puzolana revestido por dentro y por fuera, con tejas o ladrillos rotos en piezas triangulares colocadas en mortero. A diferencia de las murallas de otras ciudades en las que se utilizó de forma sistemática materiales reciclados, incluso estatuas y columnas de otros edificios, en estas murallas se utilizó material nuevo. Los cimientos tenían 4 metros de ancho y la profundidad variaba en función del terreno. Sostenían unos muros imponentes de 3.6 metros de espesor y 6.1 de altura. El muro contaba con un paseo amurallado de cemento fino y almenas que elevaban la altura final del conjunto a los 8 metros. A cada 30 metros se elevaba una torre, había 381 en total. Caso todas eran rectangulares y tenían 7.6 metros de ancho y sobresalían 3.5 metros del muro del que se elevaban en unos 4.5 metros. Contaban con ventanas que permitían el uso de ballestas que podían disparar en un giro de 90 grados. El acceso a las murallas solo se podía realizar a través de las torres de las puertas, lo que era práctico ya que así se impedía el paso de civiles no autorizados a los muros.


Porta de San Sebastiano que se corresponde con antigua Porta Appia

Las murallas se caracterizan por su simplicidad en el diseño y concepción y por la notable uniformidad aportada por la dirección del proyecto que se vio obligada a utilizar trabajadores que carecían de la experiencia de las unidades militares habituadas a este tipo de trabajos. Esta uniformidad no impidió que algunas estructuras preexistentes fueran incorporadas a las murallas. Son varios los ejemplos que podemos aportar. por ejemplo los muros de contención de los Horti Aciliorum y Horti Sallustiani en el norte. También los muros del campamento pretoriano, el lado de un bloque de viviendas en la pared este con sus ventanas tapadas, el muro sur del anfiteatro castrense con sus arcadas tapiadas y varias tumbas, la más importante de ellas la pirámide de Caius Cestius cerca de Porta Ostiensis. En total una décima parte del circuito contaba con elementos preexistentes a la construcción de las murallas.


Tumba de Caius Cestius en la que se pude apreciar su incorporación a la muralla (derruida en parte para permitir el tráfico).

Uno de los puntos débiles que ofrecían era, en opinión de Procopio que en la orilla del Tíber las murallas estaban desprovistas, casi totalmente de torres defensivas. 

Tipos de puertas de las Murallas Aurelianas.

En cuanto a las entradas, las Murallas Aurelianas originales contaban con 29 puertas de diferentes categorías que podemos dividir en cuatro niveles:

1.- Estaban flanqueadas por dos grandes torres semicirculares. En este nivel se encuentran las cuatro grandes puertas que se correspondían con los cuatro caminos principales que llegaban a la ciudad: Vía Flaminia desde el norte, la Vía Appia desde el sur, Vía Ostiensis en la orilla este y la Vía Portuensis en la orilla oeste.

2.- En este caso se trataban de puertas únicas flanqueadas también por torres circulares. Daban servicio a vías de importancia secundaria como la Vía Salaria, Nomentana, Tiburtina  Latina.

3.- Daban servicio a caminos secundarios. Las puertas consistían en un solo arco entre dos torres del muro cuadradas, espaciadas en el intervalo habitual. Eran poco más que simples poternas aunque algunas de ellas fueron reformadas con posterioridad como la Porta Asiniaria o la Metrobia, ambas en la zona sur.
                                                          La Porta Tiburtina de las murallas aurelianas

4.- Había numerosas puertas, postigos y poternas que en muchos casos daban un servicio privado. La gran mayoría fueron bloqueadas poco tiempo después aunque otras se crearon con posterioridad a la construcción de las murallas. Al menos cinco de ellas se realizaron en el tramo del río para dar servicio a los muelles del Tíber de gran importancia económica para Roma.

Las Murallas Aurelianas a lo largo de la historia.

Las murallas que Aureliano mandó construir fueron evolucionando a lo largo de la historia de la ciudad. Sufrieron sucesivas remodelaciones y refuerzos que modificaron su función inicial y las adaptaron a las necesidades de cada momento.

A principios del siglo IV, solo 30 años después de su finalización, el usurpador Magencio, que preveía que su capital iba a ser asediada por un ejército romano, reforzó todo el circuito. Duplicó la altura de los muros y comenzó a excavar un foso alrededor del recinto, cerro varias puertas secundarias y reforzó la defensa de las restantes. Honorio de la mano de Estilicón, ya en la primera década del V, reforzó de nuevo las murallas y puertas. Doblaron la altura de algunas partes de la muralla y reemplazaron el anterior camino de ronda al descubierto por corredores cubiertos. También se creó un nuevo adarve abierto con almenas, donde se podían colocar las máquinas de guerra. Estas murallas reforzadas aguantaron en el 408 y 409 dos asedios consecutivos de los godos de Alarico. Es cierto que finalmente, en el 410, saquearon la ciudad, pero no fue gracias a que vencieron la resistencia de los defensores de las Murallas Aurelianas, sino a que probablemente sus puertas fueron abiertas desde dentro por unos habitantes desesperados por el hambre.

A lo largo del siglo V y principios del VI. Las murallas fueron reparadas en dos ocasiones jugando un papel importante en las guerras góticas de Justiniano, cuyo general, el gran Belisario las reparó y fortaleció en el 536 y en el 547.

Durante la Edad Media y el Renacimiento fueron mantenidas y ampliadas, principalmente por el papado. Ya en el siglo XIX las fuerzas nacionalistas de Garibaldi resistieron algunos días tras ellas el ataque francés. Afortunadamente, hoy aún podemos disfrutar de la grandiosidad de parte de esos muros levantados por el gran Aureliano, testigos de toda una era.






La brecha de Porta Pia, pintura de Carlo Ademollo.

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viernes, 28 de junio de 2024

CUANDO LAS AGUAS DEL RIN SE TIÑERON DE ESPUMA ROJA. BATALLA DE ARGENTORATUM( 357). LAS CAMPAÑAS DE JULIANO Y VALENTINIANO I EN LA GALIA.


Texto de Federico Romero Díaz

En el 355, nada más ser nombrado César por su tío Constancio II, el joven Juliano fue enviado al norte de la Galia con la misión de recuperar los territorios romanos arrebatados por los germanos al Imperio y reestablecer el limes del Rin. Para ayudarle en su labor Constancio asigno a Juliano a algunos de sus más veteranos generales para que le asistieran en sus campañas. 

Germanos saqueando una ciudad gala( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Cuando llegó a la Galia, se encontró con una situación muy complicada. Muchas poblaciones estaban ocupadas por francos o alamanes. Hasta entonces, Juliano había sido un joven estudioso, un ratón de biblioteca que había leído todos los tratados de estrategia militar de la época. Sin embargo, ante sus soldados pronto se mostró como un decidido hombre de acción.

Juliano(( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata.        
 Yermo Ediciones)

En el 356, Juliano comenzó la reconquista del territorio imperial desde el sur. Llegó a Vienne, que estaba en manos romanas, y desde allí avanzó hacia el norte, llegando a Autun, amenazada por los germanos. A finales de junio, llegó a la ciudad y siguió hacia el noreste, luchando contra las bandas germanas y liberando territorios a medida que avanzaba. 

Tras conseguir una tregua con los francos, centró su atención en los alamanes. Continuó su avance hacia el norte, llegando a Reims y, después de muchos combates, reconquistó Colonia Agripina para Roma. Con la llegada del invierno, se retiró a Sens, donde fue sitiado por los alamanes. Aunque el auxilio de la caballería de Marcelo nunca llegó, Juliano consiguió derrotar a los sitiadores y recibir refuerzos enviados por Constancio II bajo el mando del bárbaro imperial Barbacio.

Campañas de Juliano contra los germanos 356-360. Autor Roger M. Kean

El ejército de Juliano

Los casi 25.000 soldados que acompañaban a Barbacio permitieron a Juliano actuar de manera más agresiva en la campaña del 357. Reconstruyó Bonna y mejoró las defensas de Colonia. Después, trazó un plan con Barbacio para apresar al ejército de la confederación alamana. Los alamanes comprendieron que debían actuar para no ser expulsados de sus nuevas tierras. Entre los líderes alamanes estaban Cnodomario, Vestralpo, Urio, Ursicino, Sumario, Hortario y Serapión. También las fuerzas de Vadomario se enfrentaron a las legiones romanas. Los alamanes reunieron unos 30.000 hombres para enfrentarse a Roma.

Ante tan gran fuerza, la situación era crítica para Juliano, especialmente tras la desbandada de las fuerzas de Barbacio. Juliano contaba con unos 10.000 infantes, de los cuales la mitad eran auxiliares y la otra mitad legionarios, apoyados por unos 3.000 jinetes. Los alamanes, que superaban en más de dos a uno a los romanos, se mostraron arrogantes y exigieron a Juliano que abandonara las tierras que consideraban suyas.

las tropas romanas se preparan para combatir( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)



Los alamanes tardaron tres días en cruzar el Rin con todos sus efectivos, lo cual fue un error táctico que los dejó atrapados entre las espadas romanas y el río. Juliano vio una excelente oportunidad de derrotarlos en un solo enfrentamiento y se dirigió a su encuentro, enviando exploradores a caballo e infantería ligera para proteger los flancos de su ejército durante la marcha.


Escaramuza en la orilla del Rin . Autor G. Embleton

La Batalla de Argentoratum (357)

Al enterarse del cruce del Rin por el gran ejército alamán, Juliano decidió enfrentarlos. Contaba con una escolta de unos 200 hombres a caballo y sus tropas estaban compuestas por las legiones de los Regii y los Primanii, así como por los Hérulos, Celtas y Petulantes. Antes del combate, Juliano exhortó a sus soldados a comer, beber y descansar adecuadamente, pero el consejo no fue bien recibido. Juliano examinó el campo de batalla y ocupó una posición favorable algo elevada, fortificándola y desplegando sus tropas.

El César se colocó a la derecha y Severo, su magister equitum, a la izquierda. En el centro se situó la infantería ligera con la misión de hostigar al enemigo, y detrás de ellos, la legión palatina Regii y los auxiliares bátavos, cornuti y bracchiati. Detrás, a modo de reserva, estaban los 500 catafractos y la legión Primanii, además de hérulos y celtas. Fue una sabia decisión que se mostró efectiva en la lucha.

Despliegue de tropas de alamanes y romanos previo a Batalla de Estrasburgo o de Argentoratum 357, 

Los alamanes, informados de la disposición romana, situaron a su caballería ligera enfrente de la romana, mezclando a sus mejores jinetes con soldados a pie. El rey Serapión se situó en el ala derecha y Cnodomario en la izquierda. El grueso de los alamanes estaba en el centro, con la misión de aplastar a los romanos con su empuje y superioridad numérica.

  La caballería pesada romana vacila.                            
Severo, al mando del ala izquierda romana, detectó una emboscada alamana en un canal cenagoso y detuvo su avance. Tras un intercambio de proyectiles, los alamanes exigieron a sus reyes que descabalgaran de sus monturas para luchar a pie. Todos los reyes alamanes accedieron y compartieron el destino de sus guerreros. En la izquierda, Severo progresaba sin grandes problemas, mientras que en la derecha, la caballería pesada romana se desbandó tras una herida leve a uno de sus líderes y la caída accidental de otro de los jinetes. Juliano logró reunir a sus hombres y enfrentarse de nuevo al enemigo.

Los alamanes lanzaron un poderoso ataque encabezado por Cnodomario, logrando abrir una brecha en las líneas romanas. Sin embargo, los Batavi y los Regii cerraron la brecha, y la primera línea romana quedó reconstruida. Los reyes alamanes, con sus tropas de élite, intentaron nuevamente romper la formación romana, pero los Primanii resistieron "como torres". Los alamanes, cansados y viendo que no podían romper la línea romana, comenzaron a morir en gran número.

Cnodomario lanza un potente ataque frente a las líneas romanas. ( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Los alamanes sobrevivientes huyeron hacia el Rin, que se tiñó de rojo por la sangre de los guerreros alamanes. donde muchos murieron ahogados o atravesados por proyectiles romanos. El conteo oficial registró 6.000 alamanes muertos en combate y 2.000 ahogados más, con solo 243 soldados romanos muertos. Cnodomario se intentó esconder, pero fue capturado y enviado a Roma, donde falleció poco después.

Alamanes recibiendo la lluvia de proyectiles romanos

La victoria de Juliano y sus campañas posteriores en la Galia.

La victoria de Juliano demostró el poder de las legiones romanas, incluso en inferioridad numérica, gracias a un buen liderazgo, disciplina y organización. Fue el triunfo más resonante de Juliano, quien fue aclamado como imperator por sus soldados, aunque él rechazó el título.

Aprovechando su victoria, Juliano cruzó el Rin y asoló el territorio enemigo hasta que el miedo a una posible emboscada en una zona demasiado boscosa, lo hizo retroceder. Firmó una tregua con los germanos y, al no cumplir con su promesa de devolver cautivos romanos, Juliano cruzó nuevamente el Rin para liberar a 20.000 cautivos. En el 358, también llevó a cabo acciones contra los francos del bajo Rin, reforzando las defensas romanas y asegurando la frontera del Rin hacia el 360.

Bárbaros se llevan cautivos a provinciales romanos. (( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)

Las guerras de Valentiniano I. La Batalla de Solicinum.

Valentiniano I enfrentó una serie de conflictos con los alamanes tras su llegada al poder. En el 365, los alamanes invadieron la Galia, aprovechando la disminución de los subsidios que el Imperio les abonaba. Derrotaron a Charrito y Severiano, enviados por Valentiniano, y continuaron su avance. En el 366, un ejército romano, al mando de Dagalaifo, también fracasó contra los alamanes. Sin embargo, Jovino, otro general de Valentiniano, consiguió una victoria significativa, capturando a 4.000 guerreros y matando a 6.000 más (Amiano Marcelino, Historia, XXVI, 5, 13).

A pesar de esta victoria, los alamanes volvieron a atacar el limes en el 366 y destruyeron Mogontiacum. Valentiniano reaccionó con dureza, ordenando el asesinato de Viticabio, hijo de Vadomario, y organizó un ejército expedicionario que invadió territorio alamán.

Destrucción de una ciudad romana por los bárbaros. (( Il. Ken Broeders. Cómic El Apóstata. Yermo Ediciones)


La batalla de Solicinium fue una victoria pírrica para los romanos, que sufrieron grandes bajas y tuvieron que retirarse (Amiano Marcelino, Historia, XXVII, 10, 5). Los alamanes destruyeron la principal fortaleza romana en su territorio.

Los alamanes continuaron desafiando la autoridad romana, ahora liderados por el rey Macriano. Tras cuatro años de guerra, y con problemas en otras fronteras, Valentiniano no tuvo más remedio que firmar una paz con Macriano en 369. Esto permitió un periodo de relativa calma en el Rin (Amiano Marcelino, Historia, XXIX, 4, 5).

En resumen, a pesar de los éxitos iniciales de Juliano y las victorias esporádicas de Valentiniano I, la frontera del Rin siguió siendo un punto de tensión constante para el Imperio Romano. La capacidad de respuesta romana y la habilidad de sus líderes militares se pusieron a prueba repetidamente, reflejando la complejidad y los desafíos de mantener la seguridad en una de las fronteras más conflictivas del Imperio.

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jueves, 13 de junio de 2024

EL CURSUS HONORUM DEL DIVUS JULIUS.

 

El Cursus Honorum del Divus Julius

Una colaboración de Francisco Jesús Calvo Falce para Historia y Roma Antigua

       Divus Julius, el Divino Julio, El Divino César1. ¿Qué forma de ser debió tener un hombre para que fuera divinizado por sus conciudadanos? O más bien, ¿cuál tuvo que ser su obra para que dejara tal impronta en la sociedad como para elevarlo al panteón de los dioses? Esa persona fue Julio César. Antes de llegar al momento histórico en el que desarrolló sus políticas públicas, tuvieron lugar una serie de hechos y acontecimientos que le permitieron llegar a alcanzar la posición de privilegio a partir de la cual conseguiría ocupar el poder absoluto en Roma como Dictador, entendiendo tal título en el contexto de la cultura clásica. Así pués, el objeto de la presente exposición es exponer cómo se produjo el ascenso del futuro dictador tras ocupar diversos cargos en un cursus honorum2 plagado de metas impuestas por el propio Julio César, en principio inalcanzables, aunque a la postre se las ingeniase para llegar a conseguirlas.



Imagen 1. Busto de Julio César


       Su carrera pública comenzó en el año 84 a.C., a los 16 años, durante el consulado de Cinna (padre de Cornelia, primera esposa de Julio César), cuando fue nombrado flamen dialis. Ese mismo año, Sila, del partido de los optimates3, derrotó a Mario el joven (primo de César) y entró en Roma. Sila sancionó a todos los seguidores de Mario (casado con Julia, tía de César) con la  pérdida de sus privilegios. César fue cesado de su nombramiento y, en definitiva, ante la posibilidad de poder ser anulado el perdón conseguido y ser ajusticiado al igual que Cinna o Mario, decidió partir de Roma.


       Viajó a Oriente donde tuvo su primera experiencia militar en la guerra contra Mitrídates VI. Pasó un tiempo en la corte del rey Nicomedes IV en Bitinia y llegó a ser apresado por los piratas, a los cuales capturó y ajustició una vez fue rescatado. Por el valor desempeñado en la guerra se le condecoró con la corona cívica. Tras la muerte de Sila (78 a.C.) volvió a Roma y ejerció como abogado y, aunque no ganó todos su casos, se dio a conocer como orador. En el 73 a.C., a la muerte de su tío, fue nombrado pontífex, con lo que entró a formar parte del Colegio de Pontífices.


       En el 69 a.C. murieron su esposa Cornelia al dar a luz, junto con su hijo, pocos días después, y su tía Julia. César organizó funerales públicos con los que desafió las leyes de Sila al estar presente imágenes tanto de Cinna, como de Gayo Mario y Mario el Joven, lo cual le granjeó el apoyo de los plebeyos y del grupo de los populares, en contraposición a la postura adoptada por los optimates. Tras ser elegido en los Comicios del 69 a.C. como cuestor4 le correspondió un cargo en la provincia romana de Hispania Ulterior, donde conoció a Lucio Cornelio Balbo, futuro consejero y amigo de César.



Imagen 2 y 3: Gayo Mario (izquierda) y Lucio Cornelio Sila (derecha). Gliptoteca de Munich.


       De nuevo en Roma, César obtuvo su primer cargo del cursus honorum en la propia ciudad: fue nombrado edil curul5 en el año 65 a.C. Entre las muchas potestades y obligaciones que le confería el nuevo nombramiento se encontraba la organización de los juegos en el Circo Máximo. Fue aquí donde César comenzó a atraer a su futura causa a la plebe, cuando, ante la escasez del presupuesto público financió los espectáculos con fondos personales; su aportación estuvo por encima de la realizada por anteriores personas que ocuparon el mismo cargo, sin que para ello le importara adquirir una gran deuda en pos del triunfo y metas superiores en su carrera política. Llegó incluso a organizar una naumaquia6 para lo cual mandó desviar el curso del río Tíber para que inundara el Campo de Marte7.



Imagen 4: Naumaquia en el Coliseo de Roma (óleo sobre lienzo de Ulpiano Checa)


       En el año 63 a.C. fue elegido Pontifex Maximus, puesto que le permitió presidir el Colegio de Pontífices lo que le dio nuevas potestades que debieron asumir tanto a él como su esposa, Pompeya, quien era responsable de organizar la Bona Dea, noche exclusivamente femenina en la que se descubrió que Clodio entró en la casa de César disfrazado de mujer con objeto de yacer con la esposa de éste. Su mujer fue declarada inocente por César y, aun así, Pompeya recibió una orden de divorcio de su esposo alegando que: 'La mujer de César no sólo debe ser honrada; además debe parecerlo'.


       Durante el consulado de Marco Tulio Cicerón (año 63 a.C.) se produjo la conjuración de Catilina, que ante el intento fallido de destituir a los magistrados electos y reducir el poder senatorial, se le permitió asistir, tanto a él como a quienes le ayudaron, a la sesión del Senado en la que se debatiría la pena impuesta a los conjurados. Ante la brillante exposición oratoria de César promoviendo la negativa a la pena de muerte de los conjurados se presentó la adversidad de Catón, que consiguió que se les declarara culpables y fueran ajusticiados. César fue acusado de participar en la conspiración aunque no llegó a ser probado tal hecho.


Imagen 5: Cicerón ante el Senado contra Catilina (imagen de Maccari)

       El 62 a.C. fue nombrado praetor urbanus8 y tras ese año, en el que tuvo nuevas disputas con Catón, fue nombrado propaetor de Hispania Ulterior. En el transcurso de ese año materializó pequeñas campañas contra Lusitania que le suministraron cierto botín con el que pudo hacer frente a parte de sus deudas. El Senado le concedió un triunfo, por sus éxitos militares, aunque no pudo disfrutarlo en un primer momento debido a su ambición por seguir creciendo en su carrera política. Así, abandonaría la provincia antes de llegar su sustituto, aunque no podía entrar en Roma antes de celebrar su triunfo, por lo que decidió enviar emisarios que presentaran su candidatura al consulado. Como resultó que Catón, portavoz del grupo optimate, se las ingenió para seguir hablando y así evitar que se aprobara la solicitud remitida por César, ante ello, el futuro dictador decidió prescindir de su triunfo y realizar su candidatura personalmente.


       Pompeyo ya había tratado de comprar a su clientela y a los votantes para conseguir los dos consulados. Por su parte los optimates propusieron a Marco Calpurnio Bíbulo. Finalmente el año 50 a.C. fueron elegidos Julio César y Bíbulo. La actitud de Catón ante cualquier presentación de normativa por parte de César, sobre todo, ante la presentación de una propuesta de ley agraria para el reparto de tierras a los veteranos de Pompeyo, ocasionó que César la presentara ante los Comicios, aunque en definitiva llegaron a ser aprobadas en el Senado con el apoyo de Craso (partidario de los optimates). Quedó así constituido el primer triunvirato, favorecido por el dinero y prestigio de Pompeyo, la intención de Craso de ser procónsul9 y la idea de César de conseguir el mando de una provincia que le permitiera continuar su carrera política. Ante el veto de Bíbulo y sus partidarios ante las leyes presentadas por César, éste  llevó sus proyectos a los Comicios donde fueron aprobados gracias al apoyo físico de los veteranos de Pompeyo. Bíbulo terminó por no salir de casa, con lo cual quedó sólo César en el consulado.




Imagen 6 y 7: Cneo Pompeyo Magno (izquierda - Museo del Louvre)) y Marco Licinio Craso (derecha - Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague).


       Tras su año de consulado César fue nombrado procónsul de las provincias de Galia Transalpina e Iliria en principio y, posteriormente, de la Galia Cisalpina, por un periodo de cinco años. Se aprovechó de una posible amenaza de los helvetios para iniciar lo que fue conocido como Guerra de las Galias (58-49 a.C). Hizo alarde de unas grandes dotes para la estrategia y para la guerra. Mediante rápidos traslados, en los que participaba como cualquier otro soldado, las tropas conseguían la capacidad de sorprender al enemigo. En las batallas no dudaba, si era necesario, en participar activamente en primera línea. Consiguió otros cinco años gracias al acuerdo de que Pompeyo y Craso ocuparan plaza de consúles, lo que supuestamente limó la crisis política existente en el triunvirato. La muerte de Julia de parto (esposa de Pompeyo e hija de Julio César) y la muerte de Craso en batalla acabaron por romper el triunvirato. La guerra de las Galias finalizó tras el sitio de Alesia, en el que las legiones de César vencerían al ejército galo del caudillo Vercingétorix..


Imagen 8: rendición del caudillo Verncigétorix ante Cayo Julio César (obra pictórica de Lionel Royer)


       El poder de César era mal visto por muchos de los senadores, por lo que se opusieron a que volviera a Roma como cónsul, ya que de ese modo no podrían juzgarlo por los delitos que hubiera cometido durante su consulado. Intentaron apartarlo de su mando en las Galias antes de la fecha límite de su mandato, aunque Curio, tribuno de la plebe, consiguió vetar todas las propuestas senatoriales de esa índole. De este modo empezaba a producir su fruto el dinero que César, durante todos los años de campaña, había enviado a Roma para asegurar que fueran elegidos como magistrados personas adeptas a su causa. Igualmente ocurrió cuando Marco Antonio ocupó el puesto de tribuno. Ante la propuesta del Senado a César de licenciar a sus legiones o ser declarado enemigo público envió a Marco Antonio al Senado con una misiva en la que se declaraba amigo de la paz y proponía que tanto él como Pompeyo abandonaran sus mandos. Metelo Escipión ratificó la alternativa a César y Marco Antonio, Celio y Curio abandonaron Roma, en la que se había declarado el estado de emergencia.

       Pompeyo recibió poderes excepcionales y se le instó para traer las tropas que había reclutado a Roma. César, acompañado de la XIII Legión cruzó el Rubicón con lo que se inició la guerra civil. Pompeyo se retiró a Grecia y César decidió hacer frente en primer lugar a las legiones de Pompeyo en Hispania a las que venció en la batalla de Ilerda. Posteriormente venció a las tropas de César en Dirraquium y Farsalia. Pompeyo fue a Rodas y Metelo y Catón al norte de África.


Imagen 9: Cleopatra y César (obra de Jean-Léon Gérôme)


       César, al regresar a Roma fue nombrado dictador vitalicio y desde allí se dirigió a Egipto donde, tras tener conocimiento de que Pompeyo había sido asesinado, intervino en la política egipcia, donde gobernaba Cleopatra junto a hermano y esposo Ptolomeo XIII. Exigió además la deuda que Egipto había contraído con Roma en épocas anteriores en trigo y aceite. Tras vencer en la batalla de Zela a Farnaces, rey del Ponto, tuvo lugar la batalla de Tapso (46 a.C.) en la cual fallecieron Metelo Escipión y Catón. Los hijos de Pompeyo y el anterior legado de César, Tito Labieno, huyeron a las provincias de Hispania.


Imagen 10: Disposición de los ejércitos en la batalla de Tapso, según grabado del siglo XVII.

       En ese momento, julio del 46 a.C., César regresó a Roma y desarrolló unas políticas, tanto interior como exterior, que a pesar de los logros que supondrían para Roma, no impediría que el 15 de marzo del año 44 a.C. fuera asesinado por miembros del Senado, lo cual no supuso el olvido de su persona, llegando a ser declarado miembro del panteón de dioses romanos, de ahí que Suetonio llame al capítulo dedicado a Julio César en su Vida de los dode Césares con el título de Divus Iulius.


Imagen 11: Asesinato de Julio César (óleo sobre lienzo de Vincenzo Camuccini)

NOTAS

[1] Para la vida de César se han consultado las siguientes obras:

SUETONIO, Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. 3-101.

PLUTARCO, Vidas paralelas: Alejandro Magno-Julio César. Vol. 6. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. 126-210.

[2] La organización política en Roma:

https://bloglatin.wordpress.com/wp-content/uploads/2020/09/2.-la-organizacion-social-y-politica-de-roma-con-imagenes.pdf.

[3] Grupo conservador.

[4] Especie de ministros de Hacienda que cuidan de la Hacienda pública, llevan las cuentas y registros de los ingresos y gastos del Estado, vigilan la recaudación de impuestos, acompañan al ejército para ocuparse de los gastos, de la intendencia militar y de la paga de los soldados, entre otras competencias (ver nota 2).

[5] Funcionarios municipales con funciones de policía e inspección de calles y mercados, se ocupaban del abastecimiento de la ciudad y de la organización de los juegos públicos. Este último cometido era importante para ellos, pues gracias a él podían ganarse los votos del pueblo para magistraturas superiores. Por eso ponían un cuidado especial en la organización de los espectáculos, gastando a veces su propio dinero para darles mayor esplendor (ver nota 2).

[6] Representación teatral de una batalla naval con birremes, trirremes y cuatrirremes reales.

[7] MUÑOZ-SANTOS, M.E.: "Naumaquias en Roma: batallas navales en la capital del Imperio". National Geographic Historia. nº. 151. Barcelona, RBA Ediciones, 2012. pp. 58-67.

[8] Su función principal consistía en presidir los tribunales de justicia. El más importante, el Praetor urbanus, administra justicia en Roma a los ciudadanos romanos. Otros desempeñan su cargo en provincias (ver nota 2).

[9] Los Cónsules eran dos y ostentaban el poder supremo. Son generales en jefe del ejército, presiden el Senado y tienen poder ejecutivo. Cuando cesaban podían optar a ser procúnsoles o gobernadores de provincias con mando militar en ellas (ver nota 2).

BIBLIOGRAFÍA.

Textos clásicos griego-latinos:

SUETONIO, Vidas de los doce Césares. Vol. I. Barcelona, Editorial Gredos S.A., 2008, pp. V-XXXI (introducción de Picón García, V.) y 3-101.

PLUTARCO, Vidas paralelas: Alejandro–César. Vol. VI. Barcelona, Editorial Gredos, S.A., 2008.

Otros textos:

La organización social y política de Roma, http://bloglatin.wordpress.com, disponible en https://bloglatin.wordpress.com/wp-content/uploads/2020/09/2.-la-organizacion-social-y-politica-de-roma-con-imagenes.pdf (consultado el 08/06/2024).

MUÑOZ-SANTOS, M.E.: "Naumaquias en Roma: batallas navales en la capital del Imperio". National Geographic Historia. nº. 151. Barcelona, RBA Ediciones, 2012. pp. 58-67.

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